En su discurso de asunción, brindado en las escalinatas del Congreso, de espaldas a la Asamblea Legislativa, el flamante presidente Javier Milei ratificó las líneas económicas generales de su Gobierno, anticipadas en campaña: ajuste, estanflación, control estricto del gasto y el mantra de «no hay plata» como estrategias para superar lo que definió como «una larga y triste historia de decadencia y declive».
«Comienza una nueva era en la Argentina», definió, remarcando que «no hay alternativa posible» al «ajuste» y al «shock» económico, aunque reconociendo que estás decisiones impactarán «de modo negativo sobre el nivel de actividad económica, empleo, salarios reales y cantidad de pobres e indigentes».
«Sabemos que de corto plazo la situación empeorará, pero luego veremos los frutos de nuestro esfuerzo habiendo creado las bases de un crecimiento sólido y sostenible en el tiempo», aseguró.
Cómo es tradicional, cargo las responsabilidades de la grave situación en el gobierno previo, afirmando que «ningún gobierno ha recibido una herencia» económica «peor» de la que le tocará al suyo. Y agregó: «Nos han dejado plantada una hiperinflación. Vamos a luchar con uñas y dientes para erradicarla. Vamos a hacer los máximos esfuerzos posibles para impedir esta catástrofe» (que dejaría al «90% de la población en pobreza» y al «50%» de ella, en la indigencia).
En materia social, el presidente afirmó que Argentina tiene su «tejido social completamente roto» ya que «más de 20 millones de argentinos no pueden vivir una vida digna porque son presos de un sistema que lo único que genera es más pobreza».
Más allá de las generalidades del discurso, este lunes se lleva adelante la primera reunión de Gabinete y se espera que mañana por la mañana el ministro de Economía Luis Caputo presente oficialmente las primeras medidas económicas de la nueva administración.