El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) dio a conocer el informe completo titulado “Efectos de la pandemia Covid-19 sobre la dinámica del trabajo en la Argentina urbana”, el cual arrojó que entre 2017 y 2020, el porcentaje de trabajadores pobres pasó de 15,5% a 27,4% (11,9 puntos porcentuales) y de 1,9% a 4,4% (2,5 pp.) al considerar un umbral de pobreza extrema.
En este contexto, el estudio marca que el incremento fue significativamente más intenso entre los trabajadores que viven en hogares del estrato “trabajador integrado y del estrato marginal”, que residen en el conurbano bonaerense, entre las mujeres y entre trabajadores en edades centrales (35-59 años).
Por otra parte, el trabajo destacó que se observó una acentuación del papel de las transferencias por programas sociales en la reducción de la pobreza entre trabajadores. “Mientras que el efecto de estas transferencias era de -1,2 puntos porcentuales en 2019, pasó a -7,7 puntos porcentuales en 2020. Una explicación de este comportamiento podría encontrarse en la implementación de distintas políticas de “ayuda” en el marco de la pandemia de Covid-19”, como fue en su momento el Ingreso Familiar de Emergencia.
Pero el dato que resume la realidad laboral argentina hoy, es que a partir de un análisis de panel, se observó que entre 2019 y 2020 casi una cuarta parte de los trabajadores (24,2%) se mantuvo en situación de pobreza. “Se evidenció que los trabajadores con baja educación, con origen extranjero, con niños en su hogar y con empleos precarios son los que tuvieron más chances de pasar a ser pobres en 2020”, ejemplifica el documento.
Otro dato que muestra números en rojo es la tasa de desocupación que se incrementó, entre 2019 y 2020, del 11,3% al 13,9% de la población económicamente activa, el valor más elevado de la década.
De acuerdo a los números, en 2020, sólo el 43,7% de la población económica activa de 18 años y más logró acceder a un empleo pleno de derechos. Mientras que el 13,9% de esa población se encontraba abiertamente desempleado y el 14,5% sometida a un subempleo inestable (realizando changas, trabajos temporarios o no remunerados, o siendo beneficiarios de programas de empleo con contraprestación).
Paralelamente, señaló que el 27,9% contaba con un empleo regular pero precario (con niveles de ingresos superiores a los de subsistencia, pero sin afiliación alguna al Sistema de Seguridad Social).
Dentro del mapa laboral, se ve que “en el último año aumentó la proporción de ocupados en el sector microinformal de la estructura productiva vinculadas a actividades laborales autónomas no profesionales o llevadas a cabo en pequeñas unidades productivas de baja productividad, alta rotación y baja o nula vinculación con el mercado formal”, analizó.
El informe deja sentado también que en 2020, ese sector reunía al 51,1% de los ocupados. Mientras que en el mismo año, los ocupados en el sector público representaban el 15,2% y solamente el 33,7% de los ocupados realizaban actividades en el sector privado formal.
Otra gran preocupación se establece respecto a los aportes: en 2020, el 46,4% del total de los ocupados careció de aportes al Sistema de Seguridad Social (no le realizaron los aportes jubilatorios al 27,6% de los asalariados y el 70,4% de los trabajadores por cuenta propia no realizó el pago de sus aportes jubilatorios) y el 32,4% de los ocupados no contaron con cobertura de salud de obra social, mutual o prepaga, lo que define la fragilidad del sistema laboral actual, atravesando una segunda ola de Covid devastadora en términos sanitarios y económicos, que ni siquiera está Presupuestada en el Ejercicio 2021 y cuyos fondos habrá que solventar de alguna manera.