El recambio de gobierno ya comenzó en la principal provincia argentina. Este jueves se reunieron para iniciar la transición la gobernadora, María Eugenia Vidal y el flamante gobernador electo, Axel Kicillof.
Al terminar la reunión, Kicillof ratificó un pedido que le hizo a la mandataria: “que retrotraiga la autorización para el aumento de la tarifa eléctrica que se implementará a partir de enero 2020 en todo el territorio bonaerense”.
Más tarde hizo acento en el tema más álgido que existe en los traspasos de gobierno: pago de salarios. Al respecto, kicillof señaló que “hay un compromiso de la Nación de que enviará en estos días recursos a la Provincia. Esperemos que cumplan”, lanzó.
La frase pareció dirigirse “al blanco” de Mauricio Macri y revela la preocupación que tiene el gobernador electo respecto del estado de la caja que recibirá el 10 de diciembre, de la que días después tiene que afrontar el pago de sueldos y aguinaldos de diciembre de casi 600 mil trabajadores estatales y maestros.
Es el viejo trauma de la provincia de Buenos Aires desde 1986, año en que perdió más de 10 puntos de coparticipación y desde entonces depende de las arcas nacionales para su subsistencia.
Los economistas hacen una cuenta redonda: la provincia que encuentra Kicillof produce alrededor del 40% del producto bruto nacional pero sólo recibe de vuelta por coparticipación federal alrededor de un 26%, lo que genera un desfasaje enorme, una deuda que equivale como mínimo a todos esos puntos cedidos, y el PBI per cápita más bajo de toda la Argentina.
De ahí la fuerza política con que cada gobernador le pelea a su presidente los fondos “escasos” que reciben los 16 millones de argentinos que habitan la provincia. María Eugenia Vidal recibió fondos extras en varias oportunidades y se espera que en ésta última ocasión la decisión política vaya en ese sentido para que Kicillof no confirme más lo que viene sosteniendo: “recibe una provincia arrasada”.
