La cúpula de la conducción de la CGT estuvo en la residencia presidencial de Olivos, para participar de una reunión que no había sido prevista y en el encuentro acordó con los principales funcionarios del gobierno de Macri reactivar las mesas de trabajo sectoriales para frenar la ola de despidos y reactivar la economía recesiva, azotada no sólo por las turbulencias cambiarias sino por una inflación que supera cada mes las metas previstas.
En medios sindicales, el encuentro se interpretó como una tregua luego del paro nacional de hace un mes y una señal de aislamiento al jefe del sindicato de camioneros, Hugo Moyano. Del lado del Gobierno no se lo consideró como una señal negativa a Moyano, sino como una reunión de evaluación de la situación económica y del futuro de la obra pública, que según fuentes oficiales no se discontinuará.
Macri se dio el faltazo pero estuvieron presentes en representación del gobierno: el jefe de Gabinete, Marcos Peña ; el ministro de Trabajo, Jorge Triaca; el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, y el vicejefe de Gabinete Mario Quintana. Por la CGT, Juan Carlos Schmid, Carlos Acuña y Héctor Daer, además de otros miembros de la conducción como José Luis Lingeri, Andrés Rodríguez, Roberto Fernández y Omar Maturano.
Desde la Central Obrera ya se ha planteado con fuerza (pero sin éxito) la creación de una ley antidespidos, pero la idea es insistir en ese sentido. De hecho, el miércoles último durante la reunión del Consejo del salario mínimo esa escena se repitió cuando Hugo Yasky, de la CTA, pidió reflotar esa ley y Daniel Funes de Rioja, vicepresidente de la UIA la consideró “inviable”.