El diagnóstico del Gobierno para lo que resta del año es malo. La nueva suba del dólar en los últimos días de la mano del riesgo país, sumada a la alta tasa de inflación y el desplome del consumo interno volvieron a encender la alarma en el gobierno de Mauricio Macri.
En eso fueron claros. El Gobierno no logra dar buenas noticias: todo lo contrario, ya ni siquiera se anticipa un próximo semestre con “brotes verdes” como le gustaba decir a los referentes más cercanos a Cambiemos. Por el contrario se anuncian “meses muy duros” y casi nulas posibilidades de inversión, aunque se suponía que el regreso al Fondo Monetaria generaría más confianza.
El quid de la cuestión es cómo evitar caer en una profunda crisis, corrernos de la línea donde la turbulencia pasó y voverá a pasar.
Con el objetivo de alcanzar el 1,3% de déficit fiscal el año que viene, de acuerdo a lo que la administración Macri acordó con el FMI, el Gobierno deberá recortar unos 200.000 millones de pesos, mientras que los gobernadores deberán afrontar una rebaja de otros 100.000 millones de pesos.
Según aseguraron desde Balcarce 50, a excepción de La Pampa, San Luis y Chubut, la negociación con los mandatarios provinciales está “casi cerrada” y con Santa Fé se sigue hablando.
No sólo los gobernadores tendrán que dejar de gastar, también algunos ministerios como Producción, Agrarios, Cultura, Educación y hasta el ministerio del Interior verán afectados sus presupuestos en el 2019.
Todo esto se sumará al recorte de bienes y servicios que ya atraviesa a la administración pública en general. «Hicimos una reducción drástica», aseguraron cerca de Dujovne. Además, se aceleró la convergencia al equilibrio fiscal de las empresas del Estado y, por ejemplo, se espera que el año que viene el PAMI , histórico agujero negro, termine el año con superávit por primera vez en años.