El futuro laboral, eje de la cumbre de la OIT

La Organización Internacional del Trabajo comenzó el 10 de junio en Ginebra, Suiza, su 108ª Conferencia, con eje en el futuro laboral bajo la presencia de jefes de Estado, observadores internacionales del mundo del trabajo y la sociedad. Argentina está representada por funcionarios de la Secretaría de Trabajo, encabezados por Lucas Aparicio, Daniel Funes de Rioja (UIA) y sindicalistas como Gerardo Martínez (UOCRA) y el gremio de Petroleros de Córdoba. También se dieron cita a la cumbre 30 jueces y funcionarios del fuero del trabajo.

Para la OIT, es fundamental poner el acento en el futuro del trabajo en momentos en los que, según cifras que enseñó, unos 64 millones de jóvenes de todo el mundo están desempleados y 145 millones de trabajadores jóvenes viven en la pobreza a pesar de estar empleados. Entender esta problemática y generar soluciones es clave para la entidad en pos de lograr una mayor equidad en las oportunidades.

A su vez, la introducción de nuevas tecnologías puede desplazar a un gran número de trabajadores o incluso destruir de manera permanente muchas fuentes laborales, especialmente en trabajos poco calificados. Bajo estos conceptos, la Conferencia tendrá los siguientes tópicos: Trabajo y sociedad, Trabajo decente para todos, La producción y la organización del trabajo, La gobernanza del trabajo.

Hasta el momento, el representante de la UOCRA, Martínez, fue el primer expositor nacional ante el resto de las delegaciones, pidiendo «urgentes medidas para atender la situación económico-social con inflación, desempleo, continua pérdida de puestos de trabajo, caída de los salarios y del poder adquisitivo, cierre de empresas y aumento de la pobreza».

«La realidad del país exige sostener el empleo, recuperar el poder adquisitivo de los salarios, reducir los índices de inflación, mejorar los ingresos de jubilados y pensionados y recrear el mercado interno y el desarrollo productivo», añadió al tiempo que criticó al Fondo Monetario Internacional: «La Argentina está en las garras de las famosas recetas de ajuste del Fondo Monetario Internacional, que jamás consideran el crecimiento».