Según el más reciente informe elaborado por el Centro de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 10% de la población argentina se encuentra en situación de “pobreza crónica”.
La investigación titulada “El desafío de la pobreza en Argentina: diagnóstico y perspectivas”, señala que “la idea de pobreza crónica alude a situaciones de carencias persistentes que no pueden ser superadas aún bajo condiciones económicas coyunturalmente favorables” y se encuentra caracterizada “por cierta inelasticidad a los beneficios del crecimiento económico y a las políticas públicas inclusivas”.
El estudio dirigido por los economistas Leonardo Gasparini, Leopoldo Tornarolli y Pablo Guzmán advierte que el nivel de la pobreza en la Argentina (medido en base a ingresos) fue de 32% a fines de 2018, sobre todo por el crecimiento casi nulo de la economía. El informe se presentará a los candidatos presidenciales de las principales fuerzas políticas, apuntando a abrir debates sobre tres ejes principales: protección social y mercado de trabajo; desarrollo humano y hábitat e institucionalidad y financiamiento.
Los autores de la investigación, tratan de complejizar la mirada sobre las líneas de pobreza e indigencia, incluyendo otro tipo de consideraciones: “Una persona puede recibir un ingreso superior a la línea de la pobreza, pero al mismo tiempo no tener acceso a algunos servicios básicos, ser marginado socialmente o privado de derechos y libertades básicas. El ingreso quizás contribuya a aliviar algunos de estos problemas, pero no puede tomarse ligeramente como resumen de todas las dimensiones del bienestar”.
El documento señala que el 47,9% de las personas que se encuentran en situación de “pobreza crónica” son menores de 15 años y que casi 70% de los adultos en situación de “pobreza crónica” tienen menos de nueve años de escolaridad. También se destaca que la participación en el mercado de trabajo de estos sectores es sobre todo en condiciones de informalidad, con un 92,8% de varones y 46,7% de mujeres.