Crónica de una salida anunciada: se fue Jorge Triaca de Trabajo

Jorge Triaca, quien fuera el ministro de Trabajo, tuvo un lugar protagónico en la gestión de Cambiemos, y en la negociación con el sindicalismo en los tres primeros años de gestión, pero fue luego degradado a secretario y finalmente abandonó su cargo, -una vez concluido el G20 como estaba pactado-  después de una última etapa donde la convivencia con Dante Sica, el actual titular de la cartera, no resultó cómoda para el hijo del histórico dirigente político y gremial que lleva su mismo nombre.

Así entonces, se despidió con una carta a todos los empleados jerárquicos y de planta permanente que trabajaron con él en la que expresó: “Hace 20 años que asumí mi primera responsabilidad dentro de esta histórica cartera: fui convocado para trabajar como director del área de Discapacidad, con una enorme expectativa y el profundo deseo de ser un instrumento de transformación para muchas personas”, sostuvo.

En este sentido, destacó que fue parte “de un equipo que cumplía su trabajo con profesionalismo y que, fundamentalmente, orientaba todo su esfuerzo y sus ganas a mejorar la vida de la gente, poniendo siempre los objetivos comunes por encima de los individuales. Ese mismo espíritu fue el que encontré varios años después, en 2015, cuando asumí el desafío de ser Ministro de Trabajo.

A lo largo de una extensa misiva destacó también estar convencido de que “este Ministerio de Producción y Trabajo jugará el rol fundamental para que nuestro país pueda desarrollar su industria, mejorar la vida de los trabajadores y avanzar con el foco puesto en que cada vez más argentinos tengan acceso a un empleo de calidad y que los jóvenes encuentren las herramientas para insertarse laboralmente y construir sus proyectos de vida”.

De momento, Jorge Triaca no habría aceptado o recibido propuestas para otros cargos en Argentina o en el exterior aunque desde que se supo de su renuncia, circulan distintas versiones sobre la posibilidad de ser “embajador en el Vaticano” por su cercanía con el papa Francisco, con quien el gobierno necesita limar asperezas particularmente en un año electoral.