Con el punto de inflexión que significaron los actos del Día de la Lealtad y los posteriores encuentros y desencuentros en el rearme electoral del Peronismo, el Movimiento Obrero salió a protagonizar apoyos con matices, en la intención de ser parte de una propuesta
amplia que una a todos “los que sufren y se resisten a las consecuencias negativas y costos sociales del gobierno de Milei”.
Así, mientras el gremio de SMATA con un relanzamiento de la Corriente Federal, se convirtió en actor central de la candidatura de Cristina Kirchner para presidir el Partido Justicialista -lo que implicaría empezar a determinar la política electoral de las elecciones legislativas del año próximo-, con la presencia de la ex presidenta en distintas sedes del gremio automotriz, el palco de Berisso que encabezó el gobernador de la Provincia de Buenos Aires el 17 de octubre, contó con la presencia de varios de los integrantes de la central madre de los trabajadores, con dos de sus secretarios generales y varios integrantes de su Consejo Directivo.
Todos afirman estar trabajando -más allá de ´preferencias´-, por la unidad y sobre todo por la puesta en ´movimiento´ de una representación política y gremial que asuma un mayor protagonismo en el actual contexto del país, que viene marcando un fuerte retroceso en el campo laboral y en la mayor parte de las actividades productivas.
En este sentido, las palabras de Milei con la intención de mandar a un cajón mortuorio a la ex presidente, derivó en una condena de todo el arco sindical, a la vez que apuró un encuentro de reconciliación de Kicillof y Cristina, que si bien aún falta saber su instrumentación efectiva en la compulsa electoral, sirve para relativizar metáforas
religiosas que crucifican posturas políticas y al mismo tiempo, ayuda a que quienes buscan construir el sostén de esta oferta política a la ciudadanía, puedan hacer la tarea, con la idea sumar y no restar voluntades para contar con más referentes territoriales y representantes de organizaciones sindicales y sociales.
