Con la nueva ronda de aumentos en servicios públicos, naftas y alimentos, aumenta la preocupación sobre las perspectivas inflacionarias del año que, con un piso de 3% mensual durante el primer trimestre, ya parecen contradecir los pronósticos optimistas del oficialismo que en el debate sobre el Presupuesto para este año la fijó en 23%.
Ni las políticas contractivas del Banco Central ni la profundidad de la recesión económica parecen haber podido contener una dinámica inflacionaria que se mantiene en alza desde el año pasado. Las sucesivas corridas cambiarias, que hace algunos días llevaron al dólar a superar los 45 pesos, también aportan lo suyo en cuanto a presión sobre los precios, que siguen incrementándose en una “segunda ronda de aumentos”.
Así, durante la última medición oficial se pudo constatar que la inflación núcleo (la que no toma en cuenta ni los precios regulados ni los de los bienes y servicios estacionales) se espiralizó y ya superó el 50% anual. Desde agosto del año pasado, la inflación viene promediando un 4% mensual, generando gravísimos efectos sobre el poder adquisitivo de los salarios. En febrero, la marca anual alcanzó el 51,3%.
En el inicio de este año, análisis de Estudio Ferreres muestran que, mientras que entre febrero de 2017 y marzo de 2018 la mayoría de los precios subían entre 0% y 2%, a partir de ese momento la dinámica inflacionaria copó la mitad de los rubros, que pasaron a registrar aumentos de entre 2 y 4%.
Aunque el pronóstico oficial es optimista y considera que lo peor de la crisis se registró en noviembre del año pasado, está claro que la dinámica de recuperación está lejos de producirse a los ritmos esperados (más en un año electoral). Así, si las políticas contractivas del BCRA dieran resultado, sus efectos recién comenzarían a verse en seis meses, por lo que sus presuntos efectos benéficos sobre la economía no se apreciarían antes de septiembre, a un mes escaso de las elecciones nacionales.
La estrategia del Gobierno de Mauricio Macri fue concentrar en el primer cuatrimestre de este año todos los aumentos, para tratar de alejarlos de las elecciones. Así se acumularán en cuatro meses ajustes como los del agua (17% en enero y 27% en mayo), colectivos (15,4% en enero, 10% en febrero y 9,1% en marzo), trenes (14,6%, 10,2% y 8,5%), subtes (6,9%, 15,2%,10,5% en enero, febrero y marzo, más otro 10,5% en abril y otro tanto en mayo), luz (26% en febrero, 14% en marzo y 4% en abril), medicina prepaga (5% en febrero y 7,5% en marzo), gas (35% en marzo, que se pagará en cuotas).
La apuesta oficial apunta a que las paritarias de los primeros meses del año comiencen a impactar positivamente en términos de recuperación del poder adquisitivo y que en octubre se sientan como una buena noticia los últimos meses sin fuertes aumentos programados. Las elecciones de 2015 y de 2017 se produjeron en un contexto de inflación del 25% y 23% respectivamente, en descenso desde picos de más del 40%, mientras que la de octubre de este año probablemente se produzca en un escenario de no menos del 30%, desde picos de más del 50%.