En el fin de semana largo los turistas llegaron a Mar del Plata y en su mayoría cumplieron con los protocoles vigentes para evitar contagios de Covid-19 y se vive como un primer examen real para el funcionamiento hotelero, de la gastronomía y también de playas públicas y balnearios.
Así se empezó a marcar el camino hacia una temporada en la que convivirán los barbijos, el alcohol en gel y la distancia social, pero donde los comerciantes y empresarios podrán volver a facturar y compensar las enormes pérdidas de más de 260 días de cuarentena e inactividad.
Inspectores municipales esperaron en las distintas bajadas de la costa para controlar algo más que la distribución de las personas en el espacio frente al mar. También insistieron en recordar la prohibición de consumir bebidas alcohólicas, uno de los grandes problemas que ofrece la temporada de la mano de los jóvenes.
Lejos de entregar instructivos, el personal apenas tuvo que recordar algún detalle. Por ahora, al menos en este comienzo, hubo lugar suficiente como para que cada uno se mantenga en el formato «burbuja familiar», a un mínimo de dos metros de otros grupos cercanos.
Fue una suerte de aprendizaje para los turistas que, desde anteayer llegaron sin restricciones a los destinos de la costa atlántica. Durante las últimas 48 horas, las localidades se convirtieron en el principal centro receptor de visitantes.
Los hoteles de 4 y 5 estrellas fueron los más contratados (en un 74%) mientras que los alquileres estuvieron bastante más abajo llegando a un 58%, lo que sienta un buen precedente para los meses venideros de enero y febrero, si la pandemia sigue controlada con los casos en baja.
La gastronomía al aire libre fue una de las actividades elegidas por los turistas que se volcaron a distintas ciudades de la costa atlántica en el fin de semana largo. Los balnearios privados también estrenaron sus formatos de una temporada afectada por el Covid-19. En estos espacios hay requisitos algo más exigentes: control de temperatura al ingreso, recomendación de higiene de manos inmediata, vestuarios sin duchas, sanitarios con capacidad restringida y piscinas que se usan por turnos.
Esta será la temporada de los servicios al aire libre. En cumplimiento de esta consigna el rubro gastronómico se abrió paso hacia las veredas y otros espacios. En Pinamar, el municipio habilitó la instalación de decks y eliminó el cobro del canon para quienes inviertan en esta opción.
La idea también tiene su experiencia marplatense, con esa suerte de terrazas que con permiso comunal brotan en distintos corredores comerciales, como las calles Güemes y Olavarría, Belgrano, Diagonal Pueyrredón y otras donde ya se ven mesas y sillas en la calzada.
Ese cambio, luce aún más notorio en la zona portuaria. Los restaurantes extendieron la posibilidad de atender a los comensales en comodidades que avanzaron sobre la playa de estacionamiento. «El puerto es de por sí un gran atractivo turístico y al cliente le vamos a brindar las mejores condiciones para que puedan sentirse cuidados sin perder el placer que significa comer nuestros frutos de mar», explicó María del Carmen Suárez, responsable entre los concesionarios del Centro Comercial y Gastronómico del Puerto.
Como ocurre en el resto de los nuevos espacios habilitados por el municipio para la gastronomía en la vía pública, la apuesta va más allá de un despliegue de mesas y sillas. Se generaron reparos con acrílicos e incluso verdaderas cápsulas que permiten degustar sabores locales sin tener que sufrir al viento. Es que el aire libre es la gran consigna de este verano.