Luego de las tensiones que ha generado el aumento desmedido de los alimentos en el primer trimestre del año, -cercano a un 20%-, las negociaciones entre la Secretaría de Comercio Interior de Argentina con los principales eslabones de la cadena de fabricación y venta de alimentos, ha puesto en tela de juicio el papel de los oligopolios, la concentración de las alimenticias y su implicancia en los incrementos.
Si bien, se reconoce que el contexto de inflación global colabora con la inercia inflacionaria local, nuestro mal es bastante previo al enfrentamiento entre Rusia y Ucrania y claramente la discusión no escapa a la geografía argentina.
Por ese motivo, la relación entre el gobierno nacional y las grandes corporaciones productoras y distribuidoras de alimentos en el país se ha sobrecalentado en las últimas semanas debido a la resistencia de muchas empresas al control de precios acordado con el Gobierno.
De ahí la dificultad para concretar y “que se note en los bolsillos”, el nuevo programa de control de precios congelados, cuidados o acordados para una canasta de más de 1.400 alimentos y otros bienes de consumo, también rechazados por algunos de los principales productores industriales de alimentos y bebidas y las mayores cadenas de supermercados.
En el último año, el rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas mostró incrementos mensuales por encima del promedio general en siete de los 12 meses, según América Retail. Esto sin ingresar al 2022, donde el récord llegó en marzo con un incremento de 7,2% mensual en alimentos.
La suba no estaría justificada en la suba de los costos: los salarios, los combustibles, las tarifas, todos aumentaron muy por debajo de los precios de los productos de consumo, con lo cual la remarca en muchos casos se debe más a la “especulación” y la inestabilidad política que a cuestiones meramente numéricas. De hecho, sabido es que la economía funciona por expectativas.
La Coordinadora de Industrias de Alimentos (COPAL), que representa a 35 cámaras sectoriales y más de 14.500 empresas, fue la primera en alzar la voz para reclamar “las condiciones para conciliar la solicitud de estabilización de precios” y que “las políticas de congelamiento no logran resolver los desequilibrios macroeconómicos que dan lugar a la inflación”.
Y sabido es que los aumentos descontrolados de precios consumen aumentos recientes de salarios mínimos y pensiones, motivo por el cual acaban de anunciar el otorgamiento de un bono para jubilados y monotributistas.
Pero volviendo a la concentración de las alimenticias en pocas manos, unas 20 empresas representan más del 70% de la facturación de los supermercados. Se suma la mega concentración de las seis cadenas de supermercados e hipermercados, de origen nacional e internacional, que concentran el 80% de las ventas en el país, según CEPA. Se trata de Carrefour (Francia), Cencosud (Chile) —propietario de las tiendas Disco, Jumbo y Vea—, Coto (Argentina), Walmart (Argentina, adquirida en 2020 por el empresario y exdiputado Francisco De Narváez) —que incluye el Chango Más cadena. -, La Anónima (Argentina) y Día (España)
Además de los informes surge que, el 74% de la facturación de los productos de góndola en estas cadenas corresponde a sólo 20 empresas, locales y extranjeras, áreas donde predominan los duopolios en la mayoría de los segmentos más vendidos.
En el sector lácteo, una sola empresa vende nueve de cada 10 litros de leche, Argentina Mastellone, propietario de la marca La Serenísima. Paralelamente, domina con el 70% del mercado de subproductos como los yogures en asociación con la multinacional francesa Danone, analizó la entidad.
Arcor posee el 43% de las acciones de Mastellone. Es una empresa argentina y el principal productor de alimentos para el consumo masivo nacional, el primer productor mundial de caramelos duros y el principal exportador de dulces de Argentina, Brasil, Chile y Perú. Además, es socio de Danone de la empresa Bagley, dedicada al sector de las galletitas.
El caso de Arcor es emblemático. Cuenta con 40 marcas de productos en rubros como dulces, chocolates, helados, mermeladas, salsas o conservas y el 65% de sus ventas son dentro del país. Hoy es un grupo multinacional argentino que se especializa en tres divisiones de negocio: alimentos de consumo masivo (alimentos, chocolates, galletas, golosinas, helados, panificados y productos funcionales), agronegocios y packaging.
Es considerada la principal compañía dentro de las empresas argentinas de alimentos, primer productor mundial de caramelos duros y principal exportador de golosinas de Argentina, Brasil, Chile y Perú constituyendo una de las líderes de galletitas, alfajores y cereales en toda América Latina en conjunto con Bagley Latinoamérica S.A. También es el grupo argentino con mayor cantidad de mercados abiertos en el mundo produciendo tres millones de kilos de productos por día.
De hecho, el Gobierno, a través de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, objetó la adquisición de Ingrear por parte de Arcor e Ingredion, un megaproyecto de u$s 300 millones anuales, ya que ésta operación genería un efecto directo, en la desaparición del competidor independiente y un aumento significativo de la concentración en los mercados de molienda húmeda de maíz y en la comercialización de sus derivados.
El consumo mundial también está liderado por diez grupos empresariales. Estas corporaciones nuclean la mayoría de las grandes marcas de comidas, productos para los animales, productos domésticos y de cosmética que se consumen asiduamente en la actualidad.
De esta manera, sucede algo que no escapa al problema global. Empresas como Nestlé, PepsiCo, Coca-Cola, Unilever o Danone, son las compañías que ingresan miles de millones de dólares cada año. Muchas de ellas se encuentran, además, entre las 100 compañías que más gastan en los medios de comunicación en todo el mundo. Eso explica en parte la gran concentración y la arbitrariedad de éstas alimenticias en el aumento de precios, hoy el peor flagelo que aqueja a la economía argentina.