Con los peores índices de inflación, pobreza, trabajo y empleo Argentina elige presidente

Este 27 de octubre, con todos los indicadores de la economía negativos, las posibilidades de Macri, de alcanzar el ballotage, parecen “un milagro”. Luego de la contundente derrota en las primarias, esos indicadores lejos de mejorar, han empeorado. Cerca de nueve millones de desocupados, salarios con una depreciación superior al 20%, un último índice de inflación del 5,9% -en septiembre-, 43 PyMEs por día que bajan las persianas y una pobreza que hacia final del mandato ronda el 40% de los argentinos.

Además de las encuestas, la economía, principal motivo del castigo al oficialismo en las urnas, no ha repuntado nada, a pesar de las decenas de medidas que tomó el ejecutivo después del 12 de agosto, pues todas quedaron licuadas por la feroz devaluación post electoral en la que la moneda se depreció más de un 25% frente al dólar.

En este escenario se elige nuevo presidente. En este escenario,  todo el arco sindical ha apoyado a la fórmula que pudo “aglutinar” al peronismo dentro del Frente de Todos, que espera “ansioso”, no sólo ganar, sino ampliar la brecha de agosto, en la que Alberto Fernández- Cristina Fernández lograron  imponerse por más de 15 puntos a Juntos por el Cambio.

La CTA de los Trabajadores ha propuesto la unificación con la CGT y si bien, no se hará de un día para el otro, todo indica que irán en ese sentido, al igual que las demás expresiones del sindicalismo.

Los “Sindicatos en Marcha” apuestan fuerte a la Unidad de la CGT

Fernández no tropezó con ningún obstáculo significativo que le hiciera perder caudal de votos. Su participación en los debates presidenciales fue exitosa, su comportamiento moderado y su construcción de un futuro “consenso social” resulta esperanzadora, con lo cual, hay un optimismo absoluto en el sector de los “trabajadores” respecto a que el 10 de diciembre el gobierno cambiará su color político.

Entre las prioridades ha anunciado que estará la “creación de empleo”, como dinamizador de una economía que permanece en recesión hace más de 18 meses, debido a una política financiera que ha primado sobre la productiva, generando que la capacidad industrial esté hoy sólo al 55% de su capacidad instalada.

Hasta el mismo Macri reconoce el deterioro del sector y señala ahora que los tiempos de “más trabajo y mejor salario” están por venir, pese a que a lo largo de los cuatro años, las tasas de interés por las nubes imposibilitaron todo tipo de inversión y capitalización por parte de las empresas y provocaron más de 200.000 despidos en el sector manufacturero.

En cuestiones de empleo, la magnitud es de tal gravedad, que el índice de desocupación oficializado por el INDEC del 10,6% asciende a más del 27% en el segmento de 18 a 29 años en sectores del conurbano bonaerense. Y el temor a perder el empleo, además de las pésimas condiciones de contratación, hoy no hacen más que favorecer la precarización laboral y el trabajo en negro.

En esas condiciones políticas, sociales y laborales se elige hoy nuevo presidente, en medio de una América Latina convulsionada, que empuja con fuerza por nuevas y mejores condiciones de igualdad de oportunidades.