Combustibles y tarifas: una “olla a presión” que el Gobierno debe resolver luego de las elecciones

A cuatro días de las elecciones de medio término y con el más reciente dato de inflación que marcó 3,5% para octubre, el Gobierno busca dar buenas noticias y algún grado de certeza a los deteriorados bolsillos de los argentinos, entre ellas a través del congelamiento de precios de alimentos básicos y medicamentos.

Pero hay otro sector que pugna por romper el congelamiento y es el de los combustibles. Fue el propio presidente de YPF, Pablo González, quien dio a entender las complicaciones para sostener ese esquema, aunque a través de un comunicado oficial anticipó este jueves que “no hay nada definido sobre aumentos de naftas”.

A ello se agrega la interpretación de que “cuando Roberto Feletti se expresa en relación a esto, está pensando que en diciembre vence una prórroga del impuesto a los combustibles líquidos, algo que impacta directamente sobre el surtidor” por eso desde la secretaría de Energía de la Nación están trabajando en prorrogar ese vencimiento hasta tanto la Ley de Promoción de Actividades Hidrocarburíferas lo resuelva. “Si no se saca una prórroga antes de fin de mes, eso va a pasar; pero se está trabajando para que no suceda», manifestaron desde la compañía.

Con un 3,5% en octubre, la inflación vuelve a acelerarse y enciende las alarmas

Por otra parte, desmintieron que haya habido congelamiento de las naftas. “Nosotros presentamos un plan de inversiones y anunciamos tres aumentos y con mucho esfuerzo lo estamos sosteniendo. Es una presión del mercado”, aseguraron conscientes de que es un tema que debe resolverse contrareloj.

Distintos referentes de la industria, advirtieron que el precio de la nafta súper se encuentra, «por lo menos», entre 30% y 35% retrasado. Esa es la visión del sector, por lo tanto se vienen duras negociaciones tras las generales. Esto implicaría un precio de la nafta súper de entre $118 y $123 por litro, siempre teniendo en cuenta los valores que se manejan en la CABA.

Los precios de los combustibles se encuentran congelados desde mayo último. En los primeros cinco meses del año registraron una suba del 34%, contra una inflación acumulada en torno al 41% en los primeros diez meses del año. A esa diferencia, entonces habría que aplicarle una parte de la suba del barril de crudo, que dejó relegado el precio de referencia local. Esa brecha (entre u$s60 y u$s83) alcanza hoy al 38%.

En ese sentido, empresarios nucleados en la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines (CECHA) advirtieron que el segmento de las estaciones de servicios «blancas» –esto es, sin bandera de alguna compañía– empezó a evidenciar faltantes y varios propietarios elevaron un reclamo ante la Secretaría de Comercio Interior.

Un aumento que implica impacto en toda la economía también puede verse como una contradicción, tomando en cuenta que el Gobierno acaba de firmar acuerdos de congelamientos de precios hasta la primera semana de enero de 2022.

Para después de las elecciones del domingo también espera el tema tarifario. El Gobierno se comprometió a tener listo un esquema de segmentación, que todavía no trascendió, pero sobre el que estuvo trabajando la secretaría de Energía.

Martín Guzmán había diagramado una dinámica de aumentos para el año pasado que, no sólo quedó en la nada, sino que deparó en una crisis interna cuando el ministro quiso relevar a un subsecretario que respondía a Cristina Kirchner.

El problema con las tarifas es que la cuenta de los subsidios continúa en una dinámica de incremento imposible de frenar si no se toma la decisión de aumentar el costo de la energía que consumen los hogares. Sobre todo los de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. El precio de la luz y el gas, pero también el de las naftas, irá atado a lo que se resuelva con el Fondo Monetario, pero no irá mucho más lejos del 14 de noviembre.