El presidente electo prometió «una transición tranquila» con un marcado mensaje de «acento social». Lo hizo durante el primer acto público ya ungido como primer mandatario, con un mensaje muy centrado en reducir la pobreza: «vamos a arremangarnos todos para que en Argentina nadie más pase hambre», arengó.
«Argentina tiene muchos problemas», reconoció Fernández, quien advirtió que viene «un tiempo complejo», en referencia a la severa crisis económica que azota el país. En ese acto se pudo ver a varios gobernadores y alcaldes peronistas, la cúpula de la CGT y representantes de cámaras empresariales.
Esta mezcla de poderes fácticos clave basada en el “pacto social” con el que Fernández aspira a resucitar al país en medio de una tormenta económica que no le dará al futuro presidente la más mínima tregua.
Fernández tendrá que hacer un fino equilibrio para contener a los sindicatos, piedra angular de su victoria, pero también para no subir los salarios de forma desmesurada porque entonces será difícil la creación de empleo y la supervivencia de las empresas PyMEs.
«El mayor daño de todo este tiempo fue condenar a la pobreza a cuatro de cada diez argentinos” denunció sosteniédose en las últimas cifras del Instituto Nacional de Encuestas y Censos, que señala que el 35,4% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, lo que representa un 25,4% de los hogares, mientras que la tasa de indigencia se sitúa en el 7,7%.
“La Argentina de hoy tiene muchos problemas, no sólo los generados por un enorme endeudamiento , sino por instituciones básicas, que no están funcionado lo bien que necesitamos que funcionen», aseveró.
En ese sentido el mandatario electo se refirió a la necesidad de recuperar la salud y la educación públicas y abogó por garantizar los derechos de los trabajadores. «No conozco ninguna sociedad que se haga fuerte perdiendo derechos. No conozco una Argentina que progrese si se le privan derechos a los que trabajan», aseguró.