Brasil: El Senado aprobó proyecto de flexibilización laboral y recorte salarial

Este martes por la noche el Senado brasileño aprobó por unanimidad el proyecto de ley del gobierno de Jair Bolsonaro que propone la suspensión temporal y la reducción de la jornada laboral y de los salarios como respuesta a la crisis económica generada por la epidemia de coronavirus, que golpea con fuerza al país vecino.

El plan de flexibilización laboral y recortes salariales impulsado por Bolsonaro y su ministro de Economía Paulo Guedes como estrategia para enfrentar la crisis económica podría prolongarse hasta fin de año, cuando el Gobierno brasileño espera que la crisis sanitaria haya terminado. Según previsiones de la cartera económica, el proyecto permitirá un ahorro de 10.693 millones de reales (unos 1.800 millones de euros).

La medida permite una reducción de las jornadas laborales entre un 25 y un 70%, con recortes salariales proporcionales, incluso habilitando la suspensión por hasta dos meses apenas con el pago de un seguro de desempleo a cargo del Estado. Sectores empresariales proponen extender el plazo de suspensiones hasta los cuatro meses, lo que podría ser impulsado como modificación oficial.

Bolsonaro quiere aprovechar el coronavirus para ir a fondo con la flexibilización laboral

Es importante recordar que, a diferencia de lo que sucede en nuestro país, en Brasil no está en vigencia una cuarentena rigurosa que justifique las suspensiones. El plan oficial siempre afirmó la necesidad de no paralizar la economía del país por la epidemia, pero la estrategia que ya costó más de 45 mil víctimas fatales no parece haber tenido una contraparte económica virtuosa, como lo prueban las medidas de emergencia aprobadas por el Senado.

El ministerio de Salud brasileño, para el que el Gobierno aún no designó un titular para reemplazar a los dos ministros renunciados, confirmó 1.282 nuevas muertes, con lo que ya se totalizan 45.241 víctimas fatales y un total de 923.189 contagios. De todos modos, las cifras también se encuentran en el centro de una polémica por los cambios metodológicos que impulsó Bolsonaro para el recuento de casos y víctimas.