El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) calculó que casi 3 millones de brasileños se desafiliaron de los sindicatos desde que en 2017 se realizó la reforma laboral que flexibilizó las regulaciones en el mundo del trabajo e hizo optativa la adhesión a una entidad gremial.
Pese a los pronósticos del gobierno para impulsar una flexibilización laboral, el desempleo se incremento y se redujo el poder de los sindicatos. También, por la normativa, se desalentaron los juicios laborales ya que las patronales obtuvieron mayores garantías. Un paradigma: el trabajador que demanda a la empresa debe pagar las costas del juicio si no gana.
De acuerdo al IBGE, 2,9 millones de profesionales en tres años cancelaron su adhesión sindical, lo que significa una reducción del 21,7%. Actualmente hay 10,9 millones de trabajadores sindicalizados, según datos de 2019. «Todo nos lleva a creer que la caída se acentuó con la reforma laboral», dijo la gerenta de encuestas del IBGE, Adriana Beringuy.
Por otro lado, considerando los datos del trabajo, el índice de sindicalización es del 11,2% mientras que en 2012, cuando comenzó a hacerse el relevamiento, era del 16,1%. La región sudeste, que incluye a San Pablo, Minas Gerais y Río de Janeiro, los principales polos productivos del país, fue la que más sufrió la sangría de afiliados a sindicatos: esa zona de Brasil representa el 37,2% de la caída.
