Luego de la disparada del dólar pos electoral, desde la Confederación Argentina de la Empresa -CAME- advierten que de no revertirse las altas tasas de interés existentes, los riesgos de desaparición de las pequeñas y medianas empresas son cada vez mayores.
De hecho, desde la entidad aseguran que para muchas será muy difícil sobrevivir este año, pues si no hay una baja de tasas se volverán inviables un porcentaje significativo de las 800 mil PyMEs que hoy hay en la Argentina.
Una vez más, desde el análisis de los economistas, el pedido del sector es de difícil resolución en el corto plazo, ya que una baja de las tasas significaría una nueva disparada del dólar, y la contención de la divisa norteamericana es uno de unos únicos objetivos que por el momento se ha propuesto el nuevo ministro de Economía, Hernán Lacunza, a pedido del presidente Macri.
La gran preocupación de este ahogo financiero en el sector productivo conduce al mismo lugar de siempre: “cerrar una empresa es muy fácil, lo difícil es volver a abrirla”, y lo que eso significa, sobre todo, teniendo en cuenta, es la inestabilidad de casi 5 millones de puestos de empleo, un 70% del total de empleo privado registrado.
Pese al significativo aumento de las tarifas, las tasas del 17% anual que supieron tener en el 2017 a través de líneas de inversión productiva o las líneas comunes al 25%, -que subsidiadas por la Secretaria de Emprendedores (SePyMe) quedaban en un 18%- permitían trabajar sin demasiados escollos.
Pero a partir del 2018, las tasas se fueron del 35 hasta el 50% anual y tampoco se quedaron ahí. Hoy las tasas están entre 70 y 100% para una PyME y siempre hablando dentro del mercado formal. En el informal los precios se disparan aún más y no tienen techo.
En ese contexto, desde la CAME, Pedro Casales, uno de sus representantes solicitó “un plan de rescate” porque las tasas también “impactan en el costo de lo que se produce y le pegan al mismo tiempo al consumidor”.
La propuesta concreta es que se ayude a las PyMes a financiar el stock de deuda una una tasa diferenciada para que puedan seguir operando. De lo contrario el año terminará con una enorme cantidad de empresas empujadas al “concurso de acreedores o directamente al cierre”.