El Consejo Directivo de la CGT, fijó el miércoles 30 de abril, la fecha para realizar la movilización por el Día del Trabajador que se conmemora internacionalmente el 1ro de mayo. El reencuentro de la conducción de la central sindical después del paro del jueves 10, también sirvió para darle continuidad al plan de lucha llevado a cabo durante el mes de marzo, destacando que “aún con matices, el descontento social empieza a hacerse sentir”, lo que implica definir “la mejor manera de representar esa decepción, que surge desde el campo laboral”.
En principio la marcha, nacerá en la 9 de julio y su intersección con la avenida Independencia, para luego de recorrer el monumento del trabajo, de avenida Colón, arribar a la sede de la calle Azopardo, donde aguadaran la visita de intendentes y gobernadores, a la espera que Axel Kicillof acepte el convite, y quizás también referentes del Peronismo en la compulsa legislativa de la ciudad de Buenos Aires, que tendrán lugar poco más de dos semanas después.
En los próximos días, hasta terminar de definir las características de la conmemoración sindical, se dispuso un seguimiento de los efectos que los cambios en el mercado cambiario, traerá sobre los precios, después del nuevo acuerdo de endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional, y tras el índice inflacionario cercano al 4% del mes de marzo, con aumentos superiores al 6% en varios productos destinados al consumo básico de la canasta familiar.
Por eso mismo, las negociaciones salariales, adquieren mayor protagonismo en casi todas las actividades, luego de lo que dejo el primer trimestre del año, con un clima exacerbado en las discusiones paritarias en el mismo mes de abril, a sabiendas que el gobierno va a intentar imponer acuerdos inferiores al 2%, como sucede en las propuestas a docentes, estatales y otras áreas del Estado.
Se sabe que estas ofertas de incrementos en los ingresos de los trabajadores, también serán trasladados a lo que recibirán los sindicatos del sector privado, con el argumento de estar siendo castigadas las industrias locales, a partir de la puesta en marcha de la baja en los aranceles para las importaciones de bienes, productos y servicios. Un contexto, al que se le agrega. la caída en las ventas, producto de la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores, dentro de un círculo vicioso, que despierta la alarma de una posible recesión prolongada para el mercado interno.