La renuncia de Pablo Moyano a una de las secretarías generales de la CGT, produjo una puesta en superficie de varios aspectos del arco político-sindical del Movimiento Obrero y del Partido Justicialista, no tanto por el anuncio, si no más bien por las lecturas y acciones que exhibe y provoca.
Desactivar el cuco que implica la pronunciación del mes ‘Diciembre’, como palabra “clave”, relacionada con crisis, en la “big data” de la historia política nacional; parece haber sido parte del mandato de la hora.
Se puede leer una suerte de consenso de estructuras entre oficialismos y opositores para no tensar demasiado esa cuerda. A Unos porque les podría generar una exhibición de la situación social, que hasta aquí vienen escondiendo con éxito bajo la alfombra y a Otros, porque evalúan que una cadena de sublevaciones del actual status quo de la compulsa, los podría arrastrar a una puesta en superficie de la profundidad de un conflicto, que quizás se convierta en un escenario difícil de conducir, sin costos altos y desbordes no deseados.
Este mandato, desde el campo sindical parecen protagonizarlo las organizaciones de más peso dentro de la CGT (Andrés Rodríguez de UPCN y Gerardo Martínez de UOCRA como punta de lanza), con incluso la intervención de Hugo Moyano marcando diferencias con su hijo Pablo, más allá que quienes conocen los recorridos familiares, saben que muchos de esos asuntos «se arreglan en reuniones de quincho con sobrinos y nietos presentes». No es difícil de imaginar un encuentro ente padre e hijo, dialogando sobre cómo poner en práctica una emulación del MTA de tiempos menemistas en el contexto actual.
Aún así, vale recordar que el cargo dentro de la CGT, pertenece al gremio y no al dirigente que se designe para ocuparlo. Y en este sentido, Camioneros mantiene su lugar en la conducción tripartita de la central sindical. Igual que sucedió con la renuncia de Manrique a la Secretaría Gremial, que sigue bajo el mando de SMATA.
Pero la presente situación también se liga a la construcción partidaria desde el Justicialismo (incluyendo el debate interno entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof) hacia las elecciones del año próximo.
De hecho, si bien al propio Pablo Moyano se lo ve muy cerca del Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, el sector sindical que pretende seguir liderando (aunque con fisuras internas cada vez más expuestas, debido a la resolución de conflictos laborales, incluidos los que involucraron a los gremios del transporte), tiene en sus filas tanto a expresiones cercanas a la ex presidenta, como otras tantas, sumadas al recorrido de Kicillof, incluso dentro de la Corriente Federal, el sector sindical más afín a la expresión kirchnerista dentro del Movimiento Obrero.
En este sentido, pocos dirigentes (aunque de gran peso partidario en algunos casos), apuestan a profundizar las diferencias; mientras que la mayoría de los integrantes de este sector militan por la sanación del actual desencuentro (el Ministro de Trabajo Bonaerense Walter Correa es uno de ellos), también con el objetivo de alcanzar mejores resultados en las elecciones de medio término del año próximo, aunque enfocándose principalmente en el día a día de la defensa de los derechos laborales, con la acertada percepción que “esta pelea los aleja de los laburantes”, más preocupados en la pérdida del poder adquisitivo y la inestabilidad laboral, que a “las diferencias de criterios tácticos”, que aparecen como distantes, incomprensibles y hasta mezquinos (entre otros calificativos).