Los franceses se movilizaron de manera masiva este sábado, en el contexto de una huelga nacional, para manifestarse contra las políticas del Gobierno del presidente Emmanuel Macron que establecen el aumento de los precios del combustible. El paro fue convocado por conductores, trabajadores y profesionales del transporte, que coparon las calles de los principales centros urbanos vistiendo un chaleco amarillo.
A su vez, y través de una organización por redes sociales, los manifestantes, entre los que se encontraron estudiantes, comerciantes, jubilados, entre otros, bloquearon rutas, hipermercados y permitieron el acceso gratuito por los peajes. La jornada estuvo lejos de la calma: Una manifestante murió al ser atropellada y al menos 227 personas han resultado heridas, cinco con gravedad. Según las autoridades, en una protesta en la que participaron más de 282 mil personas, hubo 52 detenciones provisorias y 38 procesamientos.
Si bien la movilización se generó por el incremento del precio del combustible, algo que fue rechazado por las personas alejadas de los centros urbanos y que usan su auto a diario, también es cierto que la suba de impuestos y el elevado costo de vida desde la asunción de Macron irritaron a un importante sector de la sociedad gala, que desaprueba la gestión del mandatario y no dudó en salir a las calles en el día de ayer.
La oposición no apoyó la huelga de manera oficial. El líder opositor de Los Republicanos, el centro-derechista Laurent Wauquiez dijo: «Espero que el presidente de la República les escuche. Esto tiene que cambiar. Este movimiento parte de todo el mundo. Mi deber es apoyarlo».
Mientras que el referente de la izquierda Jean-Luc Mélénchon celebró «el gran momento de la organización popular» y criticó a las autoridades por haber informado un número bajo de participantes de las protestas que estuvo alejado de la realidad.