Durante la mañana de este lunes, a pocas horas de su asunción, el nuevo presidente de Brasil Luis Inacio “Lula” Da Silva y el mandatario argentino Alberto Fernández mantuvieron una reunión bilateral en el Palacio de Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño, para “volver a poner en marcha el vínculo” entre Argentina y Brasil, porque “son países indisolublemente unidos”.
“Hemos claramente decidido volver a poner en marcha el vínculo entre Argentina y Brasil con toda la fuerza que siempre debió tener”, sostuvo Fernández al concluir la reunión con su par brasileño. También participaron del encuentro el ministro de Relaciones Exteriores argentino Santiago Cafiero y el embajador en Brasil Daniel Scioli. Por el lado brasileño, estuvieron el flamante canciller Mauro Vieira y el asesor presidencial de Asuntos Internacionales Celso Amorim.
Fernández definió la reunión con Lula como “extraordinaria”, confirmando que éste vendrá a Buenos Aires en visita oficial el próximo 23 de enero para participar al día siguiente de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que organiza la Argentina por estar ejerciendo la Presidencia Pro Témpore de ese bloque regional. El mandatario argentino también invitó a participar del evento al presidente estadounidense Joe Biden.
“Argentina y Brasil son países indisolublemente unidos y ningún momento político puede perturbar eso. Los dos estamos de acuerdo en tratar de institucionalizar ese vínculo del mejor modo”, remarcó Fernández. Y añadió: “Hablamos también de la región. Los dos estamos convencidos de que el mundo ha cambiado, que las regiones tienen un nuevo rol para cumplir dentro de la globalización”.
Argentina y Brasil tienen una relación económica y comercial fuerte y estratégica, ya que el vecino país es nuestro principal socio comercial, destinatario de más del 14% de las exportaciones argentinas. El vínculo, sin embargo, se resintió durante el mandato de Jair Bolsonaro, impactado por las fuertes diferencias políticas existentes. En este sentido, el objetivo de ambos países tras el cambio de gobierno en Brasil es reforzar la interdependencia estratégica, multiplicando el comercio e intercambio de manufacturas, una estrategia que busca potenciar la generación de empleo, el flujo bilateral de inversiones y la complementariedad energética (apuntando especialmente al desarrollo del gasoducto Néstor Kirchner).