La crisis de la principal cuenta lechera del país parece no encontrar fondo. Al aumento constante de los costos (entre la devaluación, el incremento de los servicios y el aumento de los combustibles) y el retroceso del mercado interno los tamberos le suman la resistencia de las industrias lácteas a fijar nuevos precios más razonables para el litro de leche cruda. Los reclamos se extienden también al Gobierno nacional por “no advertir la gravedad de la situación”.
Desde la Sociedad Rural de Trenque Lauquen confirmaron que los tamberos están organizando una movilización para la próxima semana a la sede principal de La Serenísima, en la localidad de General Rodríguez, para pedir un aumento de precio que reciben los productores para evitar “un desastre”. Al día de hoy, los tamberos están recibiendo 7,30 promedio por litro, lo que según los productores no alcanza siquiera a cubrir los costos productivos.
Ignacio Kovarstky, presidente de la entidad, quien también administra un tambo familiar, explicó: “Hoy los únicos que pueden parar la sangría que está sucediendo en los tambos, son los industriales pagando lo que corresponde. Sabemos que hay capacidad de pago que no se está percibiendo y los tambos siguen enviando rodeos completos al Mercado de Liniers”. El dirigente exigió a La Serenísima, que compra el 70% la producción láctea de los tamberos de la provincia, y al resto de las industrias que reaccionen ante “la extrema situación de quebranto de los que les proveen a diario la materia prima necesaria para su negocio”.
El reclamo de los tamberos se extiende también al Gobierno ya que consideran que con la excusa de que no se mete en las negociaciones entre privados está desatendiendo las leyes de competencias y defiende más a la industria que a los productores, desatendiendo la equidad de la cadena productiva.
Un comunicado de la entidad ruralista de Trenque Lauquen denuncia que la situación de los tambos es gravísima y que se está “retaceando el alimento, aspirando a una primavera con pasto y evaluando plazos para seguir achicándose y especulando con el endeudamiento, pensando en cómo van a encarar la siembra de los cultivos que darán de comer el año que viene a sus vacas con un dólar a cuarenta pesos”.
Además del masivo cierre de tambos que se ha registrado a nivel nacional (más de 600 en los últimos años), los productores también denuncian un achicamiento de sus planteles vacunos, buena parte de cuyos ejemplares se destinan a faena: “¿Cómo se puede permitir que se aniquilen años de mejoramiento en genética arriba de una jaula que las lleva al matadero?; ¿Cómo se puede entender que hasta ayer producían leche y mañana estén en el gancho de una carnicería?”.
“Los tamberos quieren respuestas concretas. Si no se toman medidas inmediatamente para evitar que queden unos pocos, para luego pensar en el mediano y largo plazo, el destino de la lechería argentina ya está cantado. Rodeos lácteos en las carnicerías, las industrias que apostaron al valor agregado de los alimentos que insumen los tambos con cartel de remate, los lotes de pastura pasan rápidamente a la soja y que nadie se asuste cuando importemos leche cuando somos la gran vaca mundial”, concluyeron.