Según un reciente informe del Ministerio de Desarrollo Social, el Monotributo Social tuvo 344.143 inscriptos en agosto, a los que hay que sumar otros 374.661 familiares, en su mayoría menores edad que adhieren a la obra social de sus padres, por lo que se le estaría dando cobertura de salud a casi 720 mil personas que viven en condiciones vulnerables.
El monotributo social es un régimen tributario pensado para sectores de bajos ingresos económicos, cuyo trámite de inscripción gratuito tarda diez días y permite el ingreso de las personas a la economía formal. Una vez inscriptos, los titulares pueden facturar productos y/o servicios. Además, acceden a la obra social con cobertura familiar pagando solamente el 50%, ya que resto del aporte lo cubre el Estado; e ingresan al sistema jubilatorio sin costo alguno porque los aportes también están totalmente cubiertos por el Estado. El régimen, está dirigido a personas mayores de 18 años, que realicen una única actividad económica independiente o a aquellos que forman parte de una cooperativa de trabajo con un mínimo de 6 asociados (el costo mensual que paga cada inscripto es de $520,61).
El informe estadístico del Registro Nacional de Efectores de la Dirección Nacional de Economía Social y Desarrollo Local dependiente de la Secretaria de Economía Social confirma que de estas 718.804 personas, el 70 % son mujeres, generalmente las más golpeadas por el desempleo.
Los datos del Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (RENATEP) muestran en cuanto a las edades de los inscriptos, que el 58,92% tiene entre 30 y 49 años, que un 25,01% está entre 50 y 65 y que los jóvenes de entre 18 y 29 años alcanzan al 14,92%. En términos geográficos la provincia de Buenos Aires encabeza la tabla, con casi 200 mil inscriptos un 58,92%, seguida por Tucumán con un 7%, Misiones un 4,67%, Santa Fe un 3,05% y Ciudad de Buenos Aires 3,01%.
El ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, explicó que “nuestro objetivo es reconstruir el tejido social, y creemos que la salida es empezar a generar oportunidades por el lado del trabajo. El monotributo social permite tener factura para producir y vender, es la posibilidad de darle aire a las economías familiares y formalizar sus ingresos”.
En el marco de la epidemia que azota al país, el Estado argentino, en buena parte por medio del Ministerio de Desarrollo Social, llevó adelante una muy importante asistencia a los sectores sociales más vulnerables. Ahora se retomó la agenda de trabajo que tenía en la prepandemia, para avanzar en una paulatina reconversión de planes sociales en trabajo genuino. En cuanto a esto, Arroyo anticipó que en las próximas semanas “a ese instrumento tributario, vamos a ir sumando acceso a crédito no bancario y acompañamiento técnico para que puedan dar un salto de escala. Apuntamos a generar 300 mil puestos de trabajo en los próximos meses”.
El rubro mayoritario dentro del monotributo social es el de los vendedores, con 29,3%, seguido por trabajadores de la Industria Manufacturera (24,9%), los Servicios Socio Comunitarios (17,7%), los Servicios Personales y Otros Oficios (12,7% ), la Construcción (9,2%), la Agricultura Familiar (4,7%), Recuperación (4,7%) y Reciclado (1,4%).
El director nacional de Economía Social y Desarrollo Local, Pablo Chena, explicó: “Para el caso en que los monotributistas sociales quieran desarrollar su actividad económica en forma asociativa con otros monotributistas hemos creado la figura de los «Proyectos Productivos y de Servicios». Una figura que les permite juntarse con monotributistas de otras categorias (como promovidos y pertenecientes a las categorías A a la D del régimen general) y desarrollar un proyecto productivo conjunto”.
En este marco, la cartera de Desarrollo Social apuesta a desarrollar el monotributo social como una herramienta para avanzar en la formalización de la economía barrial, sumándose al plan Potenciar Trabajo que tiene como objetivo contribuir reemplazar los programas de planes sociales, mejorar el empleo y generar nuevas propuestas laborales a través del desarrollo de proyectos socio-productivos, socio-comunitarios, y socio-laborales.