La población mundial se cuadruplicó en el último siglo. Incluso, a pesar de las denominadas 1ra y 2da guerra mundial, que se cobraron la vida de casi 100 millones de personas, más una serie de conflictos bélicos diseminados por doquier, donde faltan estadísticas precisas de las muertes que ocasionaron. Pero las batallas de un tiempo a esta parte ya no son lo que eran.
Como sea, según los estudios de rigor de los que ‘manejan los piolines’; al menos un 1/3 de la humanidad sobra. Es material descartable. Aun así, las posibilidades de desprendimientos masivos perdieron efectividad. Escenario agravado a partir de una molesta longevidad que se extiende y a pesar de una tasa de natalidad en proceso de reducción.
Las proyecciones más/menos coinciden que para principios del siglo próximo, de NO mediar catástrofes masivas; la población mundial superaría los 12 mil millones.
Muchos. No es que no haya espacio. Pero en cuanto a capacidad productiva, en un mundo que elogia la tecnología, sin detenerse demasiado en la expulsión de mano de obra, con un capitalismo financiero que estrecha la pirámide de la riqueza hasta acogotar la supervivencia; la Fuerza Laboral perdió cotización, siendo arrastrada a convertirse en un ´commodity´, por demás desvalorizado en el formato de sometimiento actual.
Este tipo de dominación (domesticación) social no necesita de tanta gente, ni siquiera para explotarla, como en tiempos de plena vigencia de la esclavitud.
Hoy todo o casi todo, es tele dirigido. Las pandemias también. Siempre las hubo, pero el avance de la ciencia, obligó a perfeccionarlas.
No se trata de hacer alarde de teorías conspirativas, sino sólo puntualizar efectos lógicos, fácilmente pensados en cualquier mediocre laboratorio que experimenta con las variables posibles para el proyecto Tierra.
Así las cosas, los números sólo tienen algún margen de cerrar con la gran mayoría de los ‘menos productivos’ afuera. La supervivencia de los más fuertes y el descarte de los ‘menos aptos’. Base ideológica justamente de un movimiento político de origen germano que llegó al poder en las primeras décadas del siglo pasado.
Pero la vida nos da sorpresas. La nueva fue bautizada como ´Coronavirus’ (casi una infección monárquica), que llegó con un despliegue típico de las super-producciones.
La ciencia, la medicina en todas sus ramas; tiene entonces principalmente la palabra. Los gobiernos cuentan con escaso margen de independencia y soberanía. Cada país, cada continente, va haciendo suya la Pandemia, mientras exhibe en superficie la propia escala de valorizaciones.
El mercado vs la Salud. Producir hasta enfermar. Consumir hasta morir.
Y en el día a día el aislamiento.
La verdad, es que, si sólo se trata de tener que soportar la convivencia y el encierro preventivo, casi que podemos considerarnos privilegiados.
Más, si al menos tenes 50 m2 de espacio propio y calificas por encima de las necesidades mínimas satisfechas.
Distinto es si el asunto de la cuarentena se parece más a un confinamiento.
Difícil de sobrellevar, si te encuentra con que lo básico te escasea.
Porque lo económico también trasmuta a lo emocional y avanza rápidamente si no hay dique afectivo que mantenga las defensas altas.
El virus va a tu encuentro para exigirte más.
Por eso también irrita ver la exhibición de irresponsabilidades cuando se sube en la escala social. Allí, lo que prima es la NO conciencia que ´linkea´ en varios aspectos, exponiendo una alta cuota de imbecilidad individualista con la que fuiste (y sos) criado. El berreta orgullo libertario ofrece su versión más despreciada. Su impronta más despreciable.
Un virus populista (parafraseando a un reciente presidente electo), parece que anda haciendo de las suyas hasta ponerte en otro Estado de percepción.
Aunque hay otro virus que se manifiesta entre los que se creen más vivos (o con más derecho a estarlo) por el mero hecho de haber heredado el laburo de ejercer como gente rica.
Te fuiste en actitud de buscar refugio en lugares de pertenencias ajenos. Le diste la espalda a lo que te rodea, porque si de algo sos dueño, es de tu soberbia. Pero a veces no alcanza sólo con las cuentas off-shore.
Habrá claro, honorables y atendibles excepciones. Y por supuesto que la urgencia pone en juego una cuestión de vida o muerte. Por lo que nadie debe dejar de ser abarcado por el don de la protección sanitaria que se ejerce desde las políticas públicas.
Habrá que superar el presente de la emergencia para evaluar daños, responsabilidades y culpabilidades de esta nueva tragedia global. Será aquí y allá.
Ampliación del grupo de riesgo y del ´patrón´ del conflicto.
También podrá verse cuanto se resiste a ser exterminado el germen de la renta y la perversa sumisión despiadadamente ejercida a fin de proteger exclusivamente la propia cadena de ‘valor agregado’, que radica en el hecho de aparentemente merecer un destino diferente al del resto de los mortales.
Una comunidad con ‘respiradores artificiales’ concentrados en pocas manos; higienizadas hasta aquí, sólo a efectos de seguir emulando a Poncio Pilato.