Si bien hay diálogo y trabajo conjunto entre los equipos técnicos de Alberto Fernández y los movimientos sociales, también hay tensiones propias de los tiempos que puedan tardar esas soluciones conjuntas que tratan de esbozar.
El desempleo, la pobreza y el hambre no se hacen esperar y por lo tanto hay contundencia en la urgencia de las medidas a tomar. La pregunta es en el mientras tanto cómo se van a comportar los movimientos sociales, sobre todo los más combativos.
Si bien, desde el grupo de Los Cayetanos celebran la llegada al poder de Alberto Fernández y tienen una mayor expectativa de mejoras de los sectores más vulnerables por considerar que la sensibilidad de un gobierno de cepa peronista tendrá a los más desprotegidos entre sus prioridades, tampoco olvidan las tensiones sufridas durante el gobierno de Cristina, que en algunos casos los excluyeron o por lo menos, los separaron.
Pero existe un paréntesis de ambas partes, que los encontró juntos –inusualmente- en la sede de la calle Azopardo, cuando Fernández les dio su mensaje a los representantes de los trabajadores en la CGT, donde también engrosaban las filas los líderes de los movimientos sociales como el Gringo Castro, Daniel Menendez , Juan Carlos Alderete y algunos otros.
Con ese antecedente, la relación es buena pero igualmente “tensa”, y no hay margen para disuadir el tema ni las medidas concretas por mucho tiempo más. En ese contexto, los equipos de Alberto Fernández analizan los proyectos presentados por la CTEP, Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa y el Polo Obrero, pero sabiendo que los sobrevuela una frase de uno de los dirigentes más intempestivos con los que tendrá que convivir el nuevo gobierno, Juan Grabois, quien aseguró que “hay mecha corta en la Argentina”, refiriéndose a que no hay margen para seguir esperando mucho tiempo más.
Lo que decía el confidente del Papa Francisco no es una novedad, en el Gobierno saben que la paciencia no será la misma que hubo para con el gobierno de Mauricio Macri, por el simple hecho de que ahora arrancan desde muy abajo: con una inflación acumulada en 4 años del 300%, casi un 40% de pobres y una proyección de decrecimiento para el año que viene, lo que indica que será muy difícil, no sólo generar nuevos puestos de trabajo, sino evitar que se sigan perdiendo.