A pesar de las promesas de campaña que aseguraban que la inflación era “lo más fácil de resolver”, la probable salida del gobierno de Mauricio Macri dejaría un país con índice de incremento de precios al consumidor del 55%. Este escenario, con el riesgo de espiralización que implica, podría constituir una verdadera “pesada herencia” que dificulte los planes de recuperación económica de un eventual gobierno de Alberto Fernández.
Según numerosas declaraciones, el candidato del Frente de Todos apuesta a “encender la economía” nacional, con una apuesta a la reactivación del consumo en el mercado interno. Pero la necesidad de restablecer el poder adquisitivo de los salarios se limitaría por el cuidado de no alimentar una perspectiva de hiperinflación. Así, los aumentos salariales apenas alcanzarían al índice de inflación, jugando a estabilizar la economía por medio de un control de cambios que limite la fuga de divisas y una desdolarización de tarifas que permita que parte de la masa salarial vuelva al consumo.
Gustavo Reija, director de la consultora Mecronomic, explicó al portal Letra P que “la situación que hereda el Gobierno que asuma el 10 de diciembre no deja margen para una política expansiva tradicional, mediante el estímulo de la demanda a través del aumento del gasto público. El nivel de déficit financiero del Tesoro, sumado al cuasi fiscal del Banco Central -provocado por las Leliq- y los compromisos de pagos, internos y externos, que se deberán afrontar en el corto plazo quitan grados de libertad a la política económica del próximo gobierno”.
Y añadió: “El año que viene debería ser de transición y de salida paulatina de la crisis para poder iniciar el camino de la recuperación. Pensar en una solución que signifique expandir demanda agregada vía gasto público y monetizar el déficit sería un error y agravaría la crisis con un creciente riesgo de ingresar en la dinámica de una hiperinflación y sus nefastas consecuencias”.
Este grave escenario no elimina las posibilidade de una espiralización inflacionaria, aún en presencia del cepo cambiario, ya que las tasas de interés continúan en cifras cercanas al 80%. La clave para no avanzar en este camino sería que no se acelere el proceso de caída de la demanda de dinero, una huída del peso.
Federico Furiase, director de la consultora Eco Go, consideró: “El nivel de desmonetización de la economía es la variable a seguir en este aspecto. El riesgo de hiperinflación aparece cuando el Banco Central se queda sin reservas y enchufa la maquinita de la emisión monetaria para financiar déficit fiscal, haciendo que el tipo de cambio no tenga techo. Hoy el Banco Central tiene 13.800 millones de dólares de reservas líquidas, más 7.200 millones del primer desembolso del Fondo y no está emitiendo para financiar déficit fiscal”.
En ese contexto, el economista advirtió sobre el riesgo de una “monetización forzada” del Banco Central para financiar una brecha fiscal de 200.000 millones de pesos en diciembre, “en un contexto de pérdida de reservas por los vencimientos de deuda en dólares de corto plazo, por la venta de reservas, por la salida de depósitos en dólares y bajísimos niveles de demanda dinero”.