Según la última medición de pobreza infantil del Observatorio de la Universidad Católica Argentina, durante el 2018, año signado por la crisis cambiaria, la inflación y la recesión, se sumaron a la pobreza 600.000 chicos más de hasta 17 años.
Con el objetivo de ofrecer medidas integrales de la pobreza infantil el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia publica “Pobreza, derechos e infancias en la Argentina (2010-2018)” con medidas monetarias y multidimensionales de la pobreza infantil (va hilo) @infanciaendeuda pic.twitter.com/6IhWgzVGEP
— Observatorio de la Deuda Social Argentina (UCA) (@ODSAUCA) April 29, 2019
El año pasado, el drama de la pobreza entre los niños y adolescentes aumentó de 4,1 a 4,7 millones de menores. Los datos oficiales del estudio confirman que los chicos pobres porque viven en hogares con ingresos por debajo de línea de pobreza alcanzan al 51,7% (6.1M) con un fuerte incremento de 7,7 puntos durante 2018. Y que si se amplía más allá de lo meramente monetario, considerando carencias de vivienda, de salud o de educación, llega hasta el 63,4% que se traduce en 7.5 millones de chicos.
A lo largo de la investigación la UCA define la pobreza multidimensional por seis dimensiones: (1) Derecho a la alimentación, (2) Derecho al saneamiento, (3) Derecho a una vivienda digna, (4) Derecho a la atención de la Salud, (5) Derecho a la estimulación temprana (0-3 años) / Educación (4-17 años), y (6) Derecho a la información.
En base a esos indicadores, «el 63,4% de los niños/as y adolescentes estaba privado en el ejercicio de al menos un derecho y 51,7% vivía en hogares pobres en términos monetarios.
El análisis también determina una doble pobreza para el 41,2% de la infancia (la del ejercicio de derecho y la de la pobreza monetaria). Esta doble carencia se incrementó entre 2017 y 2018 en 4,1%». Además, «del 63,4% de chicos/as que no logran ejercer plenamente al menos uno de los derechos considerados, un 18,9% no logra hacerlo en niveles humanamente inaceptables».
El Informe detalla también que el 22,9% de los niños tienen carencias en el espacio de la vivienda, 19,1% en el acceso a la información, 18,5% en los servicios de saneamiento básicos (agua e inodoro con descarga), 17,4% en el acceso a la atención de la salud, 13,4% en la estimulación en los primeros años de vida y en la educación luego, y 8,7% en el acceso a la alimentación».
Del análisis se desprende también que los niños que viven en espacios urbanos informales, como villas o asentamientos, tienen chances más elevadas de experimentar privaciones que sus pares de barrios con trazado urbano.
En ese sentido la brecha entre la CABA donde hay un 30,2% de los niños que tienen al menos una privación se acrecienta enormemente y asciende a 74,8% en el Conurbano Bonaerense y a 61,4% en las grandes áreas metropolitanas del interior.