Con persianas cerradas e indicadores en rojo en toda la macroeconomía, el 2018 terminó con pésimas noticias para el ámbito laboral. Una devaluación del 100% de la moneda local, una inflación del 48% y una marcada caída del consumo interno, llevaron a una recesión que hace “estragos” en el salario y las condiciones de trabajo en el último trimestre del año.
La recesión económica que se inició por el mes de abril, trajo de la mano un acelerado ritmo de destrucción del empleo. De acuerdo a los números de noviembre revelaron que el ritmo de pérdida de empleo será de 2,3% anual, la peor marca en una década.
Los números lo dicen todo. Sólo en octubre se perdieron 70.000 puestos de trabajo privado formal –en blanco- sin contar estatales, monotributistas y trabajo informal. “Este dato se encuentra en concordancia con la variación del PBI (-3,5%) publicada por el INDEC para el tercer trimestre del 2018, comparado con el mismo período del 2017”.
Las únicas actividades que se mantuvieron en terreno positivo son la Intermediación Financiera y los Servicios Sociales y Comunales, con 0,4% y 0,1%, respectivamente. Las demás ramas permanecieron todas a la baja, incluida la Construcción, principal dinamizador de la economía.
Del universo de empresas de todo el país con 10 empleados y hasta más de 200, las PyMes del conurbano bonaerense fueron las más castigadas. Las fábricas de hasta 49 trabajadores perdieron 2,7% de sus plantas en un año.
En ese sentido, Eduardo Fernández, titular de APYME, manifestó la pérdida de más de “120.000 puesto de trabajo, miles y miles de puestos de trabajo en riesgo y una gran angustia con la que muchos hogares argentinos van a llegar a fin de año porque están cerrando unas 25 PyMes por día”.
La desocupación medida por el INDEC a nivel nacional continúa en el orden del 9% y se espera que llegue a dos dígitos, como ya ocurre en la provincia de Buenos Aires, mientras crece la cantidad de personas con empleo de bajos ingresos que buscan otros trabajos para enfrentar la realidad económica y social.
Con una inflación anual del 48% lo que ha crecido masivamente es la cantidad de personas desocupadas o sin actividad que pretenden ingresar al mercado laboral para poder alcanzar la canasta básica alimentaria que subió un 57,3% este año, bastante más que la inflación núcleo y que lamentablemente se encuentran con un mercado laboral “expulsivo”.
En el intento de no caer en la pobreza, creció también la cantidad de subocupados – con pocas horas de trabajo – que buscaron otras changas para alcanzar un salario que se aproxime finalmente al costo de la canasta básica mensual para una familia tipo en el mes de diciembre: $25.000 pesos.
Pero el nivel de incorporaciones (tasa de entrada) siguió en mínimos históricos, por debajo del 2%. “Para rastrear un fenómeno similar se debe observar el inicio de la serie en septiembre de 2001 y los dos meses de crisis financiera internacional de mayo de 2009”, recordó Fabián Berho, ex funcionario de Triaca.
Como corolario de fin de año, desde el gobierno se anunció un aumento de servicios y transporte público que promedian el 50% de aumento para los primeros cinco meses del año próximo. En ese sentido, el titular de la CGT, Héctor Daer expresó que «Este Gobierno le mató la esperanza a todo el mundo. El impacto que tiene la medida sobre los trabajadores es totalmente nocivo. Si uno saca una cuenta simple, ir y volver a trabajar tendrá un incremento del gasto en $ 500 mensuales». Y remarcó: «Si lo vemos en un marco corporativo con la pirámide de ingresos y tenemos en cuenta que el 80% de los trabajadores está debajo de los $ 25.000, hay una falta de mirada clara hacia la sociedad».
Esto irá en detrimento de la generación y facilidades de empleo. Ya la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del Ministerio de Producción y Trabajo reconoce una tasa de entradas en mínimos históricos, peores expectativas de contratación de personal nuevo y un panorama sombrío para el mercado de trabajo.
Según la Encuesta de Expectativas de Empleo que realiza la compañía ManpowerGroup, la mayor parte de los empleadores argentinos estima que no habrá oferta de trabajo en el primer trimestre de 2019, con una expectativa negativa de -4%, ubicándose entre las perspectivas de contratación más débiles en los 12 años que lleva realizándose el relevamiento.
Entre los resultados de la Expectativa Neta de Empleo (ENE), se destaca que Las intenciones de contratación más débiles se registraron en el sector de la Construcción, con una ENE de -11%, seguido por Transporte & Servicios Públicos con -10%, y el sector Manufacturas con -5%.
A ello se suma la expresión de los empleadores que aportan otro dato preocupante: desde la UIA, admiten una gran mayoría de empresarios que no tienen ningún tipo de expectativa de contratar personal nuevo o ampliar sus plantillas.
Luis Campos, coordinador del Observatorio de Derecho Social de la CTA, indicó que además de la trágica situación que atraviesa el 2018, las expectativas son nulas para el 2019 en creación de empleo y habrá mayores complicaciones para la industria manufacturera. “No sólo las expectativas están por el piso de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) sino que no hay ningún sector que apunte a liderar un proceso de creación de puestos de trabajo”, señaló el profesional.
El cierre de año llegó con las peores noticias que nunca quisimos dar: con una economía en rojo, con suspensiones y despidos que se profundizarán hacia el 2019 de no revertirse rápidamente la situación y de cara a un año electoral donde deberán convivir un fuerte ajuste fiscal, salarial y económico con distintas plataformas electorales, resultados de gestión y propuestas alternativas para que los argentinos vuelvan a elegir lo que crean mejor para su futuro.